lunes, 13 de enero de 2025

 Pienso a menudo en la muerte, fantaseo con ella. Son idílicos aquellos escenarios donde ya no esté, ¿se volverá más alegre la rotación de la Tierra o se hará más intenso el sol? Sin dudas, el mundo mejorará en mi ausencia. Cuando apago las luces en la noche, me gusta imaginar que así es la muerte: un simple clic y todo desaparece. Adiós a la incertidumbre, los miedos, la rabia, a ser un obstáculo. Florecerán más flores con nuevos colores y habrá menos tormentas. Sí, el mundo será más alegre. Quisiera experimentar el mundo tras mi muerte; en él tal vez podría sonreír. Me visualizo en esa nada absoluta, rebosando de alegría, alegría por mi ausencia, porque de tan absoluta ni yo mismo estaré ahí para amargarla. Podría ser libre en ella, libre de mí. ¿Quién me dará el regalo de la muerte y me librará de todo aquello que no es muerte, de lo otro, que es más oscuro y tedioso, esa carga que equivocadamente llaman vida y es peor que la muerte? Líbreme de la desdicha de vivir. Sin mí, tal vez llegue otro, más alegre, que escriba mejores palabras en este diario.

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